Sunday 14 September 2008

El ángel de Budapest

Decía en mi último post que dedicaría éste a un personaje que luchó en la guerra civil luchó en el bando contrario de Melchor, en el bando nacional. Y, sin embargo, como él, mostró unos valores que trascienden ideologías políticas. En tiempos donde esas ideologías separaban hasta límites inconcebibles para los hijos de la democracia, esos hombres actuaron con determinación y una enorme valentía. El personaje que he dibujado esta vez es Ángel Sanz Briz, un joven diplomático español destinado en la embajada de Budapest durante la guerra mundial que salvó de una muerte segura a miles de judíos y que por su nombre fue conocido como el ángel de Budapest. Otro ángel, otra ideología, otro país y otra guerra.
Tan sólo he encontrado una foto del diplomático zaragozano. En él aparece joven y elegante, mostrando la típica estampa que se podría esperar de un señor diplomático de los años cuarenta. Sus ojos traslucen fuerza, determinación, pero la fotografía no deja de ser formal y no es muy diferente de algunas que he visto en viejos álbumes familiares. Me pregunto si esa estampa de impecable caballero español le ayudó a camuflar las actividades ilegales (a ojos de las autoridades nazis).
Como muy bien nos cuenta el periodista Fernando Díaz Villanueva en un detallado artículo sobre este diplomático que murió sin recibir reconocimientos por su labor humanitaria, Ángel salvó la vida de miles judíos distribuyendo pasaportes a judíos húngaros como si fueran judíos sefardíes (de origen español), utilizando un decreto de Primo de Rivera que ya había prescrito por el cual se podía nacionalizar español a un judío sefardita. Tan sólo podía expedir 200 (previo soborno), pero se crearon muchos más, utilizando tretas ingeniosas al “inventar” diferentes series de pasaporte que nunca sobrepasasen el número 200. Otros diplomáticos en otros países europeos ya habían avisado de la muerte segura de los judíos a manos de las huestes de Hitler. Ángel fue un paso más allá y salvó a más de 5000 personas.
Es muy conocido el caso de Oskar Schindler, como comentaba en un post sobre una mujer extraordinaria, la polaca Irena Sendler. No lo es el caso de Ángel, u otros diplomáticos españoles que salvaron miles de vidas, aunque hayan sido reconocidos por Israel como “justos entre las naciones”. Ángel es uno de los 4 españoles con esta distinción que Yad Vashem (la institución creada para honrar a las víctimas y los héroes del holocausto) dedica a aquellas personas que, sin ser de confesión o ascendencia judía, prestaron ayuda de manera altruista a las víctimas del horror nazi.

Sunday 7 September 2008

El ángel rojo

En estos días en los que, a tenor de la iniciativa del juez Garzón, se ha estado hablando mucho de los terribles asesinatos durante la Guerra civil (ejecuciones masivas, despiadadas y en la mayor parte, que quedaron impunes), mi amiga Bea me ha pedido que dedique unas líneas a un personaje desconocido para mí hasta el momento. Se trata de Melchor Rodríguez, conocido como el ángel rojo. No solo era desconocido para mi, sino para la mayor parte de los españoles, como prueba lo difícil que me ha sido encontrar alguna foto suya para poner cara a la historia que también me ha enviado mi amiga. Quería saber que rostro tenía ese hombre que predicó con el ejemplo sus creencias (“Se puede morir por tus ideas, nunca matar”), incluso llegando al punto de poner su vida en peligro. Melchor fue un anarquista y sindicalista nacido en el barrio de Triana de Sevilla, que ya antes de la guerra se involucró totalmente en la defensa de los derechos de los presos, fuera cual fuera su ideología, lo que le costó la prisión en varias ocasiones bien durante la monarquía como la República. En 1936, al estallar la guerra, fue nombrado delegado especial de prisiones de Madrid. Desde allí, y enfrentándose con muchos dirigentes comunistas, consiguió evitar las “sacas” (traslados de grupos de reclusos que eran posteriormente fusilados, en sitios trágicamente famosos como Paracuellos de Jarama) y los “paseos nocturnos” (asesinatos de presos que habían sido puestos en libertad poco tiempo antes, normalmente por las noches), prácticas habituales esos días. Al acabar la guerra civil sólo sirvió prisión durante un año y medio gracias a los numerosos testimonios de personalidades a los que había salvado durante la guerra (incluyendo a prominentes falangistas como el general Muñoz Grandes), lo que denota el grado de reconocimiento que se había ganado a pulso en tiempos aciagos. Cuando me he puesto a estudiar su rostro para dibujarlo, me he encontrado con un hombre que se me aparece tranquilo, honesto, de mirada firme y sonrisa tímida pero sincera. Un hombre que sonríe interiormente, que puede ver que el alma humana puede ser mezquina, pero también capaz de algo mejor, y que luchaba por conservar la fe en la naturaleza humana a través de sus actos.
No es el último post que dedicaré al tema de esos héroes que salvaron vidas desde la posición que ocupaban: Así como Melchor lo hizo desde el bando republicano, mi próximo post lo dedicaré a otro personaje histórico no muy conocido que salvó muchas vidas desde el lado nacional. Si las guerras civiles se caracterizan por la violencia fratricida, olvidando ideales en muchas ocasiones, también es posible encontrar gente con valores sólidos que sobrepasan sus creencias políticas.